Por: Jacobo Marín Alzate
El 14 de octubre de 2022 ocurrió en la vida de Daniel el suceso por el cual había luchado desde niño: a las 7 pm de ese mismo viernes se abría el patio de cuadrillas de la monumental plaza de toros de la ciudad de Manizales. Allí se encontraba Daniel con un traje de luces, grana y oro dispuesto así para poder realizar su sueño y debutar en su tierra; y en el quinto turno salía Daniel pudo materializarlo. Recibió a su novillo y ejecutando su primer lance, recordó la primera vez que supo del mundo taurino a los cinco años.
Daniel Sánchez se sumergió en el mundo taurino, pero para él en ese momento de su vida la afición y la pasión que tenía hacia la tauromaquia no era tan llamativa porque realmente las condiciones en su familia no eran las adecuadas para al menos poder llevarlo a una plaza de toros y así poder disfrutar de una corrida de toros.
Pese a ciertas circunstancias, su sueño de ser torero tardó en llegar, ya que su vida desde muy temprana edad fue compleja. Su madre vendía arepas en el barrio Linares para así poder darle una vida digna: escuela, hogar y manutención. Su propósito era formar a un muchacho de bien, pero por ciertas razones no le fue fácil llevar a cabo ese objetivo, así que decidió que si no podía ingresarlo a una escuela o un colegio lo inscribiría a una escuela de fútbol.
Daniel tomó la iniciativa de enfocarse en sus estudios y en su escuela de fútbol, pero de cierta manera en su corazón y en su mente aún seguía la idea de que algún día podría por fin pisar una plaza de toros, al menos poder verla de afuera. Pero hubo un momento de quiebre. Su primo, quien estudiaba con él, le comentó que en la plaza de toros de Manizales existía posibilidad de entrenarse para ser torero. Daniel pensó en que esta podría ser su oportunidad de por fin llegar a ese lugar.
Tomó la decisión, entonces, de ir a lo que en un futuro corto se iba a convertir en su hogar y su familia. A los ocho años pudo observar y experimentar por primera vez de lo que era tomar un capote o una muleta y cómo estos simples trapos le movían fibras en su corazón, pues allí, en ese preciso instante como lo menciona, él pudo “sentir que en un futuro mi sueño de ser torero se podría llegar a hacer realidad”.
Como consecuencia de esto, Daniel entrenó desde sus ocho años, pero ha sido difícil porque principalmente para poder ser un gran matador de toros se debe de tener disciplina, responsabilidad y más que eso se debe de ser bueno a nivel académico. Gracias al maestro de la tauro-escuela Emerson Pineda Giraldo, quien le consiguió un cupo para poder validar su bachillerato a sus 17 años, pudo cumplir con sus obligaciones académicas y seguidamente cumplir su sueño.
En esta etapa, pudo conocer a personas que hoy en día son sus compañeros de trabajo, más allá de eso, son considerados por él mismo como su familia; uno de los pilares fundamentales en su profesión. Con el apoyo de estos, Daniel ha tenido la oportunidad de formarse como torero.
Comments